La estafa de la Gran Pirámide
¿Qué atractivo secreto poseen las Pirámides de Gizeh que a día de hoy no podemos imaginar mejor icono para nuestro planeta? Las respuestas pueden ser diversas: diseño, perfección, sencillez…
Belleza que traspasa los sentidos
Lo que está claro que es estas formas parecen atravesar nuestros ojos sin detenerse, llegando directamente a nuestro inconsciente para dibujar su belleza en alguna parte de nuestro cerebro, quizás esa que llamamos «consciencia colectiva». ¿No ocurre lo mismo con una buena música? ¿No parece que la oigamos con el alma misma, y no con los sentidos?
Mucho se ha escrito sobre estas construcciones que se asoman a la civilización (la megalópolis de El Cairo se encuentra a pocos kilómetros) desde lo alto de una meseta situada en los límites del mayor desierto del planeta. Estudio serios, y otros, digámoslo así, más imaginativos.
La versión oficial
Algunos rehúsan hablar de misterio, aseverando que la ciencia ha aportado luz sobre el origen y construcción de las pirámides. Tumbas. No son más que las tumbas de los faraones de la IV Dinastía Kefren, Keops y Micerinos. Y la construcción también está más que aclarada: se han hallado multitud de objetos en los alrededores que se usaron en los trabajos de levantamiento de estas moles.
Pero otras voces aún se siguen haciendo escuchar, aportando dudas sobre la versión oficial, y otras veces, también hay que decirlo, sugiriendo alternativas bastante poco fundadas, por no decir descabelladas.
Dudas, contradicciones, misterios…
Lo que no se puede negar es que la versión oficial hace aguas por todas partes:
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La autoría de la Gran Pirámide atribuida a Keops se basa en fuentes históricas imprecisas (básicamente, el historidor griego Herodoto pasó por allí en el s. V a.C. y se lo contaron).
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La otra prueba que señala a Keops como el constructor de la Gran Pirámide es el jeroglífico encontrado en la quinta cámara de descarga sobre la Cámara del Rey, que Howard Vyse abrió en 1837 a base de dinamita. Allí dijo encontrar un jeroglífico con la firma de un rey: Keops. Pero su su gran prueba no logró pasar un análisis mínimamente experto, pues el nombre de Keops estaba escrito en escritura hierática, que apareció muchos siglos más tarde que la ideográfica, que era la utilizada en las primeras dinastías. También es conocido que el faraón Keops fue odiado por las generaciones posteriores. Su nombre se llegó a arrancar a martillo de los lugares oficiales. ¿Qué desató tanta violencia en un pueblo tan pacífico? ¿Quizás fue que lo consideraron un tirano que consumió todos los recursos del país con el único objetivo de levantarse su propia tumba? ¿O quizás la ira fue provocada por un pecado aún mayor: haber usurpado la Pirámide de los dioses a los «sucesores de Horus» y haberse enterrado allí? (Los egipcios llamaban así a los primeros habitantes de la especie humana, mitad divinos y mitad humanos). Existen estelas de jeroglíficos del tiempo de Keops que denominan a la pirámide como «Templo de Isis» o «Santuario de Thot», el dios de la sabiduría, lo que nos lleva a pensar que la edificación ya estaba allí cuando llegó Keops, y que éste consideró que su cuerpo de faraón se merecía la mejor tumba. ¿Y para qué construirla si ya estaba hecha?
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Otra pregunta que no tarda en saltar en nuestras cabezas nada más contemplar estas bellas construcciones es: ¿tenía el hombre del 2.500 a.C. la tecnología apropiada para levantar semejantes obras? Las herramientas de aquella época estaban fabricadas de madera y cobre, y ni siquiera conocían la rueda. Tres millones de bloques de piedra de dos toneladas y media cada uno que parecen cortados a láser siembran una duda de proporciones abismales sobre la cuestión. Todo esto sin hablar del recubrimiento de piedra pulida que adornaba las paredes y las hacía brillar a kilómetros de distancia, ni del escaso periodo de tiempo que se suponen tardaron en construirla (era un encargo del faraón). Hay que reconocer que a priori parece bastante improbable que una tarea así fuera acometida por nuestros antepasados de hace 45 siglos.
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Otra cuestión que parece que pocos se han planteado es, si es verdad que los egipcios tenían la capacidad de construir tales obras, ¿cómo no existen construcciones similares ni antes ni después de la IV Dinastía? Es cierto que Egipto está plagado de pirámides, pero ninguna de ellas es comparable a las tres que coronan la meseta de Gizeh, ni por tamaño, ni por calidad arquitectónica, ni evidentemente por durabilidad (a la vista está). Además, estas tres pirámides tienen otra particularidad importante, y es que poseen cámaras interiores. Si ya hubiera sido difícil poner un bloque encima de otro, manteniendo una alineación perfecta, todavía más complicado tuvo que ser dejar los espacios necesarios entre los bloques para ir construyendo oquedades mientras la pirámide se iba levantando… Da que pensar, ¿no?
- Relacionado con lo anterior está el misterio, aún por resolver, de la utilidad de los denominados «canales de ventilación». Se trata de estrechos pasadizos que parten desde las dos cámaras principales del interior de la Gran Pirámide (la del Rey y la de la Reina) y suben ligeramente inclinados queriendo alcanzar el exterior por las caras norte y sur, pero sin llegar a hacerlo. Un robot del National Geographic no pudo sobrepasar una piedra que obstaculizaba el conducto a mitad de camino, por lo que aún no sabemos lo que hay detrás. Una interpretación asegura que estos canales «apuntan» a ciertas estrellas (Orión y Sirio en la cara Sur; Tubán y la Osa Menor en la cara Norte), y que servirían para «proyectar» el alma del difunto faraón al reino de los muertos, habitado por seres celestiales. Esta teoría se complementa con otras que aseguran que las tres pirámides de Gizeh dibujan perfectamente las tres estrellas del cinturón de Orión, o que todo el mapa de pirámides de Egipto representa el firmamento estelar, siendo el Nilo la mismísima vía láctea.
Quizás todas estas teorías han sido adornadas con un exceso de imaginación, y la mayoría son más que cuestionables, pero sacan a relucir un interesante planteamiento sobre la «cuestión geométrica», es decir, la concepción de las dimensiones y posición de la pirámides de Gizeh bajo un mismo esquema o mapa, como explicaré en el siguiente post:
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